11 de marzo de 2004. El mayor atentado terrorista de Europa. Cuatro ataques casi simultáneos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. En hora punta. 191 personas perdieron la vida y 1.858 resultaron heridas.
Tres bombas explotaron dentro de la estación de Atocha. Dos bombas explotaron en la estación de El Pozo del Tío Raimundo. Una bomba explotó en la estación de Santa Eugenia. Cuatro bombas más explotaron en otro tren 500 metros antes de entrar en la estación de Atocha.
No es el primer ni el último atentado terrorista a gran escala, en otras ciudades ocurren atentados del mismo calibre casi a a diario, Bagdad, Kabul, etc.
El 11-M fue uno de los días más tristes de mi vida. Pesimismo, dolor y depresión se apoderaron de todos los rincones de esta que, sin ser mía, es mi querida ciudad. Depresión colectiva que perduró meses. Silencio sordo y estremecedor que podía leerse en el cielo y en los ojos de todos los madrileños.
Estos collages tienen ya su tiempo, los hice inmersa en el dolor del momento, pero hasta ahora no me había atrevido a mostrarlos porque me traen pésimos recuerdos. Sirvan al menos como homenaje a todas las víctimas, familiares y amigos de todos los inocentes que murieron o quedaron mal para el resto de sus vidas, gente humilde en su mayoría, trabajadores, inmigrantes… Como recuerdo de la desazón y como firme rechazo a todo tipo de crímenes y matanzas colectivas, allá donde ocurran.
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