Para María Cristina, que se compró una burra para ir de Jerez a Sanlúcar, y salvó a una garza cerca de París. Esta es la historia que me envió y que reproduzco con su permiso:
En diciembre, saliendo al campo a caballo, pasé cerca de una garza que no
salió volando. Eso me llamó la atención puesto que estos pájaros son muy
desconfiados. Me acerqué con el caballo, y salía andando pero no volaba, se
agazapaba. Bajé del caballo, y conseguí cogerla, sujetando su impresionante
pico con la mano izquierda. Era un domingo por la tarde, los cazadores
andaban por ahí sueltos pegando tiros. La llevé a casa, y vi que mi mano
derecha con la que la sujetaba por debajo, tenía sangre. Al rato se puso a
escupir sangre por el pico y pensé que estaba herida por dentro y no había
nada que hacer. La solté, después de encerrar a las perras. Por lo demás no
tenía nada roto, las alas estaban bien, las patas también, de modo que
deduje que un tiro la había herido por dentro, los pulmones o algo así. Pude
admirar de cerca la belleza de estos pájaros, y me dió mucha pena.Tengo un libro en casa que es una guía para salvar a los animalillos
salvajes, hay consejos y también direcciones de centros especializados.El lunes temprano la vi de nuevo andando cerca de mi charca. Hacía un frío
intenso (6 o 7 bajo cero). Al haber sobrevivido una noche con ese frío pensé
que a lo mejor no estaba tan mal. Eché un vistazo en mi libro y llamé a un
centro que recoge aves heridas a unos 40 km de mi casa. Hablé con un hombre
que parecía muy enterado, y que me dijo que el hecho que escupiera sangre
podía ser también sangre de algún animalillo que hubiera comido poco antes,
y que devolvía con el estrés de ser atrapada. Decidí cogerla otra vez y
llevarla a ese centro. No me costó mucho atraparla, porque seguía sin volar,
la charca estaba helada, y la vi dar patinazos cruzándola andando con las
alas abiertas para no perder el equilibrio. Era un espectáculo conmovedor.
Cuando se agazapó en un bosquecillo la cogí y la metí en una caja. La llevé
al centro ornitológico. Volvió a escupir sangre. No cabe duda de que tenía
una lesión interna. El diagnóstico era bastante reservado. Había rastros de
plomo en las plumas.Llamé a los pocos días y me dijeron que todavía estaba viva, intentaba
alimentarse, pero que aún no se sabía si se salvaría a no. Era un individuo
jóven, del año. Dentro de 15 días ya se sabría.Pues llamé hace poco, y parece que ya está bien, la han puesto en una
pajarera inmensa que tienen para que las aves se preparen de nuevo a volar,
con dos cigüeñas. Ya está salvada. Esperan a que llegue el final del
invierno para soltarla.Ha sido una gran alegría para mí, y por eso te cuento esta historia.
Dibújame una garza, anda…»
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